Mucho más que un arma, debería ser la poesía un alma cargada de pasado, de presente y de futuro, especialmente ahora, con la Telebasura reinante y su “homo gañanis” prototípico contaminando todos los discursos en los principales escenarios de la representación social. Ya el amor, si te fijas, convierte a todos los enamorados en poetas, que anotó Voltaire. Y más aún el desamor, apuntaríamos nosotros, irredentos becquerianos. Si se calla el cantor, no es que calle la vida, porque ésta, mecanismo imparable, como sea sigue atronando, pero de la misma forma que, sin música, la vida de las personas sería un pasar muy lúgubre, sin palabras buenas, sin la armonía que tantas palabras albergan y rezuman, la existencia nos resultaría infinitamente más sórdida.