¿Se puede mandar al cielo sin confesar a un ser humano por una simple pintura? Pues parece ser que sí, si el lienzo en cuestión es una obra de arte de un inmenso valor. Y ¿se puede dar gato por liebre, en el mercado del arte? ¡Ya lo creo! Aunque si te pillan… lo pasarás muy mal.
El autor.
Ambientada en el marco de la ya larga crisis de nuestro tiempo, No es oro todo lo que reluce explora la convergencia de dos universos aparentemente incompatibles: el mundo de las finanzas y el mundo del arte. Más allá de sus dinámicas específicas, en la novela se muestra la confluencia profunda que existe entre estos ámbitos, la cual se expresa en la conversión de la obra de arte en mercancía y del artista en un productor de objetos cuyos poseedores privilegiados son incapaces de comprender y experimentar.