(Octava Real)
La inevitabilidad del destino
hunde mi mente irremediablemente
en un pozo angustioso y anodino
que me aleja del raciocinio ausente
mareándome como un torbellino;
empujado siempre a contracorriente
me acosa, me acorrala y me destroza
porque rota mi alma frágil solloza.
(Quinteto)
Nada ni nadie frena el estertor
que cruza el fondo de mi corazón
tan crudo e implacable como un tumor
cancerígeno y la herida razón
me retuerce exacerbando el dolor.