Una mujer que luchó sin desfallecer. Una mujer que con tesón consiguió sacar adelante a sus hijos en los peores tiempos de la posguerra civil española. Seguro que en esos tiempos habrá habido muchas mujeres que podrán verse reflejadas en esta historia. Muchas madres sacrificadas. Muchos hijos que reconocerán en la vida de Encarna a su madre. Encarna tuvo una vida de sacrificios. Una vida dura. Llena de esfuerzos. Un deambular por caminos tortuosos por los que llegó al final de su vida. Una vida en la que, si las circunstancias del momento eran duras, se tornaron prácticamente imposibles de superar al ir acompañadas de malos tratos, traiciones y abusos de sus compañeros de viaje. Una vez superados al final de sus días, lo que vio Encarna cuando llegó ese momento, al mirar atrás, le hizo sentirse orgullosa de su obra.