Luis crece en los setenta, en una España posfranquista y en medio de un mundo que se transforma a pasos agigantados. Somos testigos de su vida, de las luchas y amores que lo asisten, y lo llevan a hacerse cargo de su tío Rogelio, que sufre de Alzheimer y que se convierte en un símbolo de la enfermedad y el olvido de un país condenado a redefinirse de manera constante. Escrita en tercera persona, con un narrador que oscila entre lo narrativo y ensayístico, y un tono sarcástico, con matices hilarantes, Todo quedó enterrado se estructura como una Bildungsroman, o novela de aprendizaje, donde un hombre, una época y un país confluyen en uno solo elemento para mostrarnos los fantasmas del progreso a través de un mecanismo narrativo que reflexiona sobre la cultura, la tecnología, la juventud y la guerra.