Cautivadora en su estilo barroco, cargado de imágenes y sonidos que se entremezclan como destellos fugaces entre la niebla, estamos ante una ficción poderosa, intrigante, que se adentra en las vísceras de una España de principios del siglo pasado, a punto de estallar.
Allí, ante la bruma de la Laguna de las Encantás, tendremos a Enrique, cuya travesía tomará entre sus manos el corazón palpitante de una tierra quebrada y atravesada por ruinas, vestigios remotos de otros tiempos, pero también por una ruindad que no conocerá límites y bañará de sangre las calles, las plazas y casi todo lo que encuentre a su paso. Alquímico, ese casi todo, el anhelo de Enrique por Oriana, podrá llevarlo a atravesar el inframundo o el purgatorio con tal de amarla, de encontrarla. Y no lo intentará solo: la presencia de su tío, su tía y otros extraños personajes que se irá encontrando por el camino será vital. Como Dante ante las puertas del infierno, os decimos, lectores: Abandonad toda esperanza los que entráis.